Víctor Soriano: «La parte más difícil de defender un asunto de corrupción política es explicarle al cliente que la prensa va a enterarse de todo antes que él»

El abogado Víctor Soriano, director de la firma legal «Soriano i Piqueras» ha mantenido este domingo una tertulia con estudiantes de derecho en Valencia. Reseñamos aquí algunas de sus respuestas. 

El abogado Víctor Soriano, que ejerce desde hace una década en asuntos que vinculan las Administraciones Públicas y los tribunales, ha dejado en suspenso en este mes de septiembre una etapa de seis años como profesor de derecho administrativo de la Universidad Europea de Valencia. Tras casi un millar de horas de clase, toma una excedencia para centrarse en la práctica del despacho «Soriano i Piqueras» que fundó en 2023 y que fue el único en España en ser reconocido en el directorio BestLawyers en el primer año de vida, al que ahora se suma la firma «Metrópolis», la primera ALSP que nace bajo el paraguas de un despacho boutique en nuestro país. Soriano quiso despedir su etapa como docente con una tertulia con estudiantes universitarios de derecho en un afamado local de hostelería de Valencia. 

P: ¿Cómo es enfrentarse a un asunto de corrupción política? 

R: La parte más difícil de defender un asunto de corrupción política es explicarle al cliente que la prensa va a enterarse de todo antes que él. Que da igual que las actuaciones sean secretas o que los escritos de las partes estén sesgados, porque van a llegar a los periódicos antes de que el email de la procuradora con la notificación entre en mi buzón de correo. Por lo demás, es un asunto como cualquier otro, solo que con la complejidad añadida de que los jueces de instrucción no comprenden el derecho administrativo y hacérselo comprender es a veces más complicado que la propia defensa del cliente. En fase de instrucción, un administrativista aporta más al cliente en esta clase de asuntos que el penalista más puro.

P: ¿Prefieres ser acusación o defensa? 

R: Para saber si prefiero ser defensa o acusación cuéntame primero cuál es el caso [ríe]. Ser acusación es más difícil desde el punto de vista jurídico, pero también mucho más sencillo desde el punto de vista personal. La acusación tiene que probar la existencia de un delito y enervar la presunción de inocencia, pero no tiene ante sí el riesgo de que su cliente sea privado de libertad o inhabilitado. En cambio, la defensa suele entrañar menos complejidad jurídica pues se trata de combatir la postura de las acusaciones y, además, cuentas con el apoyo del cliente que se conoce los hechos mejor que nadie. Sin embargo, tiene el inconveniente de que en cada decisión se arriesga el patrimonio, la carrera profesional, la honorabilidad o incluso la libertad del cliente. 

P: ¿Cuál ha sido el asunto más complicado de tu carrera? 

R: Es difícil responder a eso porque todos tienen dificultad y cada una es distinta a la anterior. Hay asuntos que son difíciles porque en teoría están ganados (aunque nada está ganado hasta que hay sentencia) y tienes que esforzarte por asegurarlo ante el riesgo de que el cliente piense que se ha perdido por una mala defensa, otros son difíciles porque objetivamente no tienen defensa posible y hay que hacer ingeniería jurídica para conseguir dar una batalla solvente (estos son, además, los más divertidos), otros porque tienen un componente personal que siempre conviene evitar, otros porque crees que se ha cometido una injusticia o simplemente porque son muy técnicos y enrevesados… Cada asunto es un mundo. 

P: ¿Cómo abordas la defensa de la acusación popular en el caso García Ortiz? 

R: Es un asunto que es sencillo, porque es un hecho muy puntual y claro: una filtración a la prensa de un correo electrónico que sucede en pocos minutos u horas; pero a la vez tiene la complejidad de que el investigado es el fiscal general del Estado, lo que provoca un interés mediático enorme y también una gran trascedencia. Un error de bulto pesa mucho más porque todo el mundo está atento al procedimiento. Dirigir la defensa letrada de un asunto de este calado, una instrucción en el Tribunal Supremo, es un reto muy interesante y que se va a presentar en la carrera profesional de muy pocos abogados en España.

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